De Dios el brazo, espada en labio escrito,
Israel arde sin ceniza impura;
no elige ser la flor, sino la dura
raíz que en sangre crece y no en granito.
No pide al sol favor, ni al tiempo rito,
mas ve en la herida antigua su hermosura;
del fuego es hijo, y en la noche oscura
su ley es luz, su ruina un infinito.
Fueron polvo sus reyes, mas su nombre
no se marchita como vil corona,
pues Dios lo talla en roca y no en sepulcro.
Oh pueblo que en dolor halla su cumbre,
tu lumbre es fiel, y el mundo te perdona
porque no puede herirte sin insulto.
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