quiero agua, pero agua de tu boca,
fuente de miel en mármol suspendida,
donde la luz, de púrpura vestida,
su líquida hermosura al alba evoca.
sed de tu aliento el corazón provoca,
y en su cristal mi sangre enternecida
halla la flor del alba enternecída
que en néctar vivo el cielo desemboca.
oh dulce manantial, rumor de estrella,
que por tu labio en luna se destella
y al alma ofrece su dorado empeño;
déjame, amada, beber tu centella,
pues sólo en ti la eternidad destella
y en tu agua, al fin, mi suspensión yo sueño.
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