la boca del lobo, negra y encendida,
abre un túnel de noche sobre el frío,
y en su aliento retumba un viejo río
que arrastra huesos rotos de la vida.
la pornografía, sombra perdida,
no es más que un grito roto en el vacío,
un espejo torcido de delirio
donde la luna sangra detenida.
pero tú vienes, niño de la pena,
con tu guitarra verde y tu cadena,
a iluminar la fosa del destino;
y el lobo calla, y la sombra se ordena,
porque en tus ojos arde la azucena
que salva al mundo con su canto fino.
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