este sol, desprovisto de color y nieve,
pasa, y su sombra al tiempo desafía;
mi pecho, en soledad y melancía,
con tu memoria arde y se conmueve.
¿acaso me quedaré muda en el océano
donde mi voz, por ti, desvanecida,
busque en la sal la huella de tu vida
y en cada ola un eco soberano?
no deseo nada más que amarte entero,
que en tu pecho descanse mi agonía
como duerme la noche en un lucero.
y morir en tus brazos todavía
será gloria, será descanso fiero,
pues vive quien, muriendo, te confía.
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