segunda-feira, 17 de novembro de 2025

niña y niño en la estrada del viento



una niña pequeña, un niño pequeño,

duermen  como dos luceros cansados,

y no sé si están en el cielo o en la tierra,

porque el brillo de un beso los sostiene

como un hilo de agua sosteniendo la luna.


quiero solo estar con las manos del viento,

acariciando la frente que el mundo olvidó,

peque, mi peque,

que en la estrada de la muerte aún caminas

con tus pies desnudos de asombro,


y una niña pequeña, y un niño pequeño,

siguen ahí, en lo que queda de la tarde,

como semillas que no renuncian a su canto,

como dos pulsos mínimos

que insisten en volver a nacer.


venid, pequeños míos,

que mi voz es solo un manto tibio,

una plegaria que tiembla

para que no os apague la noche.


porque aún en la estrada de la muerte

hay un claro de luz para vosotros,

una cuna que no se quiebra,

un cielo que os llama bajito.


y yo, padre de nadie,

os sostengo en mis brazos

como quien sostiene

el último fuego del mundo.


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